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Nuevos desafíos de los derechos humanos para el siglo XXI ¡ES URGENTE! Por Sonia Brito, Lorena Basualto y Andrea Comelin

En 1948 se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDDHH), en un contexto histórico complejo donde la historia de la humanidad se había teñido de sangre por las dos guerras mundiales acaecidas en la primera mitad del siglo XX. En el Preámbulo de tal Declaración, se afirma que el documento se escribe, “considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana” (ONU, 1948, Preámbulo). A su vez, las naciones son conscientes que desconocer los Derechos Humanos es la causa de que se hayan “originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad” (ONU, 1948, Preámbulo), ciertamente, aludiendo a los campos de concentración y a los horrores de la guerra. Así, el mundo de la década del cincuenta se comprometía con un “nunca más”, sin embargo, esta opción se escribía en gerundio pues los Derechos Humanos son una tarea inacabada, pues las distintas generaciones tienen el deber de defenderlos en medio de un mundo cada vez más complejo.

Hoy a 75 años de aquella DUDDHH, en la segunda década del siglo XXI, estos Derechos Humanos deben resignificarse y profundizarse en perspectiva de los graves acontecimientos que están ocurriendo y que se han ido instalando en el mundo de manera subterránea, soterrada e implícita en un sistema globalizado. ¿Cuál es la racionalidad?

La responsabilidad de los Estados de formar en la cultura de la paz es un imperativo, debe irradiarse a la ciudadanía, en las casas, en la escuela, en el espacio público. Lamentablemente constatamos todo lo contrario, ciudades peligrosas, territorios ocupados por narcotraficantes, Estados ausentes y sobredemandados, medios de comunicaciones que han olvidado su misión de educar y bombardean con programas basura de realitys, noticias sensacionalistas, o música que propicia los antivalores. Estamos experimentando grandes paradojas, discursos que incitan al odio, uso excesivo de los aparatos tecnológicos, personas sobre diagnosticadas, uso excesivos de medicamentos psiquiátricos para adormecer las conciencias que distraen y alejan de las reflexiones fundamentales, entonces, están sucediendo situaciones importantísimas y no impactan… no nos damos cuenta, nuestro cerebro está concentrado en producir, tener conexión a internet o de superar la desesperanza de sociedades enfermas, de habitar el sinsentido, esto amplificado al mundo completo.

El mundo está somnoliento. Ha caído en el letargo naturalizador de lo innaturalizable. La visión del hoy nos recuerda el escenario de la película Walli, en que los cuerpos intervenidos y permeados por la inteligencia artificial dirigida por la biopolítica, pierden su identidad y capacidad de decidir y actuar, transformándose en títeres dirigidos por el sistema. Nunca pensamos que estábamos tan cerca de esa hecatombe. Debemos despertar, es URGENTE.

Este ethos epocal hace más complejo la pretensión que los Derechos Humanos sean universales, irrenunciables, inalienables y consustancial a todos los seres humanos, instalándose como mínimos de justicia en cada una de las naciones. Esto se derrumba y se cuestiona toda vez que los organismos internacionales no tienen la fuerza o la altura moral para abogar por su cumplimiento. Esta problemática se hizo presente ya en la segunda mitad del siglo XX en los albores de la génesis de la DUDDHH con la guerra de Corea, de Vietnam, las Malvinas, del Golfo, entre otros conflictos como la lucha anti racista en Estados Unidos, los movimientos de independencia de Asia y África y las dictaduras de América Latina.

Actualmente, somos testigos de la megalomanía de gobernantes de países desarrollados y de los países llamados tercer mundistas, donde sus acciones repercuten en la libertad, dignidad e igualdad de derechos de las/los ciudadanas/os, lo anterior, ante la mirada y mutismo de aquellos que están mandatados a protegernos.

Hoy la situación excede con creces el contexto epocal europeo de 1945. Somos una aldea global y lo que sucede en cualquier parte del mundo repercute al instante y desmesuradamente, sobre todo a los países con menor desarrollo social y tecnológico. Las comunicaciones, las redes sociales son instantáneas, vemos las guerras como en un reality, a tiempo real y donde el temido botón rojo de la guerra fría vuelve a levantarse como un peligro inminente. Si bien se han firmado un sinnúmero de tratados internacionales para defender la paz mundial, evitar guerras y protocolos para enfrentarlas, parece ser que el patrimonio simbólico de la ONU se ha puesto en duda, puesto que no ha tenido la fuerza, ni las alianzas suficientes para enfrentar los focos de guerra activos en el mundo. Dos acontecimientos bélicos están siendo paradigmáticos en la actualidad: la invasión de Rusia a Ucrania y la invasión de Israel a la Franja de Gaza.

El mundo que vivimos-subsistimos pende de un hilo, al atravesar un delgado puente cuyo vaivén oscilante se mueve como en un péndulo incesante de extremos ciegos, sordos y mudos. Hemos aprendido que la sociedad es líquida, de incertidumbre, en riesgo y en crisis. Las repercusiones de aquello lo veíamos lejos, sin embargo, cada vez se acerca a nuestra vida cotidiana a través de guerras, cambio climático, precarización laboral, movilidad humana forzada, entre otros. Estamos frente a una humanidad indefensa al arbitrio de los vaivenes del poder territorial y económico. Se requiere con urgencia un alto al fuego y levantar nuevos tratos, esto nos debiera llevar a “examinar críticamente la DUDDHH, proponiendo nuevas rutas discursivas con una renovada carta magna que coloque explícitamente en el centro la justicia social, la reciprocidad, la bondad, la armonía, el amor y la democracia, en pos del bien común universal” (Brito, Basualto y Berríos, 2018, p.2).

De hecho, la única forma de concretar la protección de los Derechos Humanos de primera, segunda y tercera generación es que ellas se inserten en las leyes de cada país, de modo que se levanten políticas públicas de resguardo de tales derechos. Al respecto y, en vistas al pronto plebiscito, es interesante consignar que el concepto de Derechos humanos y derechos fundamentales aparece en la nueva Propuesta Constitucional (Consejo Constitucional, 2023), ocho veces, mientras que en la propuesta anterior (Convención constitucional, 2022), ambos términos se mencionaban en el texto noventa veces, considerando, además, que el segundo capítulo se denominaba “Derechos fundamentales y garantías” donde se tratan ampliamente el tema (Basualto, 2022).

Ciertamente esta constatación nos ayuda a reflexionar sobre la importancia del resguardo a los Derechos Humanos y la importancia de su incorporación en la Constitución de nuestro país que nos regirá por décadas. No se trata de discursos de campañas de diversos sectores políticos, ni siquiera de cifras macroeconómicas, sino que no se puede olvidar que cuando se violan los Derechos Humanos se está vulnerando la dignidad de la persona y es eso lo que está en juego cada vez que se conmemora un año más de la DUDDHH.

Referencias

Basualto, L. (2022). Los derechos humanos como pilar de la nueva constitución. Desde contextos de vulneración a horizontes de resguardos. Intervención, 12(1), 22-40.

Brito, S., Basualto, L. y Berríos, A. (10 de diciembre 2018). A 70 años de la declaración de los Derechos Humanos. Urgencia por evaluar, educar y transformar. Le monde Diplomatique edición chilena. Recuperado de https://www.lemondediplomatique.cl/A-70-anos-de-la-declaracion-de-los.html

Consejo Constitucional (2023). Propuesta Constitución Política de la República de Chile. Recuperado de https://www.procesoconstitucional.cl/docs/Propuesta-Nueva-Constitucion.pdf

Convención constitucional (2022). Propuesta Constitución política de la república de Chile. Recuperado de https://www.colegiodeprofesores.cl/wp-content/uploads/2022/07/Texto-Definitivo-CPR-2022-Tapas.pdf

ONU (1948). Declaración universal de derechos humanos. Recuperado de https://www.ohchr.org/EN/UDHR/Documents/UDHR_Translations/spn.pdf

Dra. Sonia Brito Rodríguez Académica- Investigadora. Departamento Trabajo Social. Universidad Alberto Hurtado.

Dra. ©. Lorena Basualto Porra Académica Universidad Católica Silva Henríquez

Dra. ©. Andrea Comelin Fornés Universidad de Tarapacá. Sede Iquique

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